jueves, 2 de octubre de 2008

REZAD POR MÍ



Un sábado, nueve de la noche sentado en la banca de la parroquia de nuestro pueblo dispuesto a celebrar (no sólo la celebra el cura y los demás oímos) misa. Me pregunto, mucha gente hay aquí hoy, a qué me toca una función.

No sería la primera vez que me salgo de una celebración eucarística por este motivo. Lo siento, pero es que me pongo muy nervioso. Los que me conocen saben perfectamente que el rococó no es lo mío.

Me dispongo a levantarme y se lo digo a un familiar que tengo al lado para que no se asuste cuando vea que cojo carretera y manta. Éste me invita a quedarme con estas palabrasN “dedícale esta celebración a los inmigrantes de los cayucos”. Me convenció. Me comí la misa (parecía un concierto, conté que no canté ocho canciones) y todos los recaditos del párroco.

Reflexiono y me pregunto, ¿es que soy yo el que debe de rezar por ellos?. Es que viviendo en el primer mundo, con todos los medios que eso conlleva lo único que se me ocurre es rezar por ellos.

Hoy aquí quiero pedir perdón a todos, sobre todo a los que en esa misa dirigí mis rezos. Sois ustedes, los desheredados de la tierra, los que tenéis que rezar por mí.

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