viernes, 5 de febrero de 2021

EL HILO QUE NOS MANTIENE UNIDOS (II)

     Sabía que esa noche vendría su hija, había escuchado a Carmen, su mujer, susurrar al teléfono  un “no te preocupes por él, yo me encargo de que todo salga bien”. Con un sentimiento contradictorio, puso rumbo a la iglesia que daba cobijo a su hermandad. Desde el pasado lunes santo, vistiendo la túnica de nazareno, no la había vuelto a pisar.  

 

    Se sentó en el último banco, no se atrevió a levantar la cabeza, se sentía culpable. Con las manos cubriéndole la cara, le fue imposible ahogar un gemido que le salió del alma al que acompañaron dos grandes lágrimas que vinieron a mojar sus dedos. No hizo por buscar en el bolsillo de su pantalón ese pañuelo almidonado que cogía diariamente de su mesita de noche. Decidió dar rienda suelta a su desahogo.  

 

    Sus años de estudio, su dilatada experiencia profesional, sus numerosas conferencias sobre la adolescencia, no habían servido para conseguir que la relación con su única hija se desarrollara dentro de un mínimo marco de cordialidad. No había sabido compaginar el éxito profesional con la vida familiar, aunque jamás llegara a reconocérselo a su mujer, era consciente de todo, pero no soportaría dar su brazo a torcer. Ajeno a la educación, problemas, e inquietudes de su hija, siempre utilizó el salvoconducto del conocimiento, el poder y el dinero, en muchos casos de forma arrojadiza, para escapar de su responsabilidad. 

 

    Ahí sentado, como había hecho muchas veces desde que su hija se marchó de casa, mimetizaba el crujir de la madera de la banca con el de su alma. Amaba a su hija con locura. No había pasado un día que no se maldijera a sí mismo por no haber sabido mantenerla a su lado. Para el resto, ese amor no existía. La única foto que conservaba de ella, vestida de comunión, la tenía en su despacho, apresurándose a esconderla cada vez que recibía la visita de algún amigo o familiar.  

sábado, 30 de enero de 2021

EL HILO QUE NOS MANTIENE UNIDOS (I)

  

Necesitó revolver todo su armario para encontrar el jersey azul marino que le regaló su madre el día de su cumpleaños. Tenía la prestancia de una prenda nueva, la etiqueta aún le colgaba de una de las mangas. La arrancó mordiendo el nailon. Cada vez que utilizaba los dientes para cosas así se acordaba de su padre, de su insistencia a la hora de corregir acciones que él consideraba poco femeninas. 

 

Se miró al espejo, se sintió satisfecha. Sus zapatillas Nike y el jersey Gap compensaban el roído de su camiseta interior y de sus vaqueros a la piedra.  Con ese vestuario pretendía evitar que la conversación con sus padres no empezara como siempre; “vaya pintas que traes”. 

 

Al salir del piso se miró nuevamente al espejo y dudó si quitarse el único pendiente, un pequeño crucifijo que colgaba de su oreja derecha. No lo hizo, ya se sentía excesivamente traicionada vistiendo ese jersey que le recordaba sus años de colegio, ese colegio de pago que tanto le  marcó en su adolescencia. 

 

viernes, 21 de junio de 2019

DEMASIADO PUCHERO, QUE NO PUCHERAZO


Hay cosas que se van perdiendo y que vienen a restar humanidad a la especie. Me conmueve, y mucho, los actos de solidaridad (dicho sea de paso, la palabreja resta intensidad al sentimiento al cual da significado) como por ejemplo el que se producía en los pueblos ante el fallecimiento de un vecino. Tradicionalmente los vecinos más cercanos preparaban viandas y, de una forma muy discreta, la iban dejando en la cocina de la casa del finado.
Pues esto que se perdió fue lo que me sirvió para contestar a una amiga la pregunta sobre el  resultado electoral.
Al conocerse la muerte de un significado vecino, las cocinas de las casas colindantes empezaron a humear. Fieles a las tradiciones, comenzó el desfile de ollas disimuladas por talegas unas, por paños otras, que se iban quedando en el pollo de la cocina o en una pequeña mesa que servía desde para comer como para preparar lo comido. En cada una de ellas venía su significado pésame.
Una vez terminado el entierro. Cerrada la casa. Se destapan las ollas. Más pronto que tarde tocará devolverlas vacías, limpias como nunca, acompañadas con un sentido abrazo de agradecimiento.
Destapó la primera que contenía un puchero con todos sus avíos. Lo vertió en un cacharro grande que utilizaba poco (en la cocina lo que no es olla o sarten es cacharro) y se dispuso a fregarla.
Así con todas las demás. Exceptuando una que venía preñada de pestiños, todas rebosaban  puchero.
No había cacharro o tinaja que no estuviera hasta arriba de puchero. Digamos que el primer plato lo tenía asegurado para mucho tiempo. A ella le gustaba el puchero pero temía que si no lo conservaba bien se le terminaría corrompiéndose y si lo comía todos los días terminaría aborreciéndolo.
Pensó comentarlo con sus dos vecinas más cercanas, a fin de que  pudieran beneficiarse de ese excedente. Finalmente desistió en la idea. Sería una descortesía por su parte.
Lo que pasó con el puchero os lo contaré más adelante, lo que sí sabemos es que cada una de las vecinas cumplió con lo que creía que debía hacer.
Cuando en sus encuentros diarios fueron descubriendo que todas prepararon un cariñoso puchero, se miraron, bajaron la cabeza y sin mediar palabra suspiraron un ¡VAYA POR DIOS!

Buen verano amigos.

viernes, 24 de mayo de 2019

ELEGIR. LA ESENCIA DE LA DEMOCRACIA


Elecciones, que viene del verbo elegir y que es la esencia de la democracia. 

Seguro que lo que voy a escribir puede dejar entrever preferencias, eso es lo que tiene utilizar los mecanismos de expresión como es esta entrada en mi blog. 

Por aclarar, aun ando huérfano de siglas, y mi voto no es más que un voto. 

Obviamente hay pesos como también contrapesos; personas a las que quiero y que son un lujo tenerlos dedicando su tiempo de forma altruista a la política. Afortunadamente en nuestra España también hay muchos quijotes. Bienvenidas serán las listas abiertas para loas de algunos.

Por otra parte quiero resaltar mi percepción de la campaña que han hecho un grupo de jóvenes con las siglas de Ciudadanos. Me ha gustado y mucho esa forma de arribar a la política “sin tutelas ni tu tías”, con un discurso sin estridencias, poco ostentoso y por tanto poco molesto. 

Supongo que así será difícil conseguir objetivos. Reconozco que la falta de ambición sólo  sirve para estar en la medianía pero qué queréis que os diga, a mí me ha gustado. Y visto lo visto las medianías también tienen sus opciones. 

No sé quién decía que “la envidia era flaca y amarilla porque muerde pero no come”. Si es así no será envidia lo que siento, pero sí añoranza de tiempos pasados. 

Que el pueblo hable. Y viva la Política!