domingo, 1 de marzo de 2015

HIJOS ADOPTIVOS. HERMANOS PREDILECTOS.


En mi casa se conserva con cariño unas palabras que dedicaron a mis padres en el tiempo que compartieron ejerciendo la docencia en un pueblo cercano. Aludían a largas noches de mecedora acunando al que os escribe.
Hoy me toca a mí escribir sentimientos, y lo hago con una mueca de satisfacción al sentir como  el reconocimiento de todo un pueblo a la labor de dos de sus vecinos viene en su momento justo.
Primer día de Marzo, primer mes de la primavera. Dejado atrás el día grande de su tierra, nuestra tierra.

Nunca resolveré el dilema; uno más uno siempre son dos y dos entre uno, también. No alcanzo a entender por qué en ellos el resultado siempre es uno.

Transgresores de cánones con esa ortodoxia que más que raya, toca la excelencia.

No más halagos que los escuchados durante estos días. Pero hay más, quizá distintos.

Siempre mirando a los ojos. Las dos manos que multiplican el amor en cada saludo.

Transcurrir sereno, conversación pausada. Amor al trabajo bien hecho, al compromiso adquirido. Ajenos a la pompa y al boato. Siempre cercanos.

Sus vidas, compendio de buenas maneras que trazan una senda cercana pero a la vez difícil de imitar.

Hasta aquí llegan mis sentidas palabras. El resto ya lo ha dicho todo un pueblo, El Viso del Alcor.

Que hoy, día grande, vuestras entrañables bufandas no oculten ese corazón henchido por este merecido reconocimiento, y que esa mueca de satisfacción me acompañe siempre al transitar por el callejón de los Hermanos Calabuig.