martes, 12 de abril de 2016

LEJOS DE LA PRIMAVERA



Ando ausente de mucho, sobre todo de lo que no debiera. Poco a poco, el no ser se adueña del que quiere estar. Sumido en ese agujero negro, confundido en compás de espera, viendo como  a cada paso los pies se hunden en el barro, que hacen el transitar, siempre en espiral, mucho más incómodo, desagradable.
No me encuentro perdido. Sé donde estoy, reconozco el lugar, aunque algo parece haberlo hecho cambiar.  Lo encuentro aún más distante, más lejano.
Se presume difícil, y el esfuerzo por abandonarlo supera la fuerza de voluntad que en estos momentos atesoro.
No faltan asideros desde donde catapultarme, aún mal conservo a aquellos que te dicen que sí cuando el mundo te dice no.
Los años pasan y los sueños terminan siendo lo que son. El margen de mejora es cada vez más estrecho,  y sin cateterismos a la vista.
En la quietud, en el mimetismo con el entorno, en ese callar que otorga, en el ver pasar sin importar, desaparecer ante el que espera, el abandono del presente anclado al pasado y esperando al futuro como el que espera olas en un mar en calma.
Enciendes la tele y…
Se necesita tanto para tan poco que da asco ir a buscarlo.


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