Si hay un personaje que me
apasione de la historia política de mi país, ese es sin duda Adolfo Suárez,
primer presidente del gobierno tras la dictadura del general Franco.
Creo que es la primera vez que
escribo sobre tan insigne mandatario y difícil será que mis palabras estén a su
altura. Tampoco lo pretendo; ni estar a la altura, ni glosar en este post toda
su trayectoria, entre otras cosas, porque me gusta para éste, mi blog, las entradas breves.
Vengo leyendo, gracias a uno de
mis grandes asesores literarios, mi padre, el libro de “LA GRAN DESMEMORIA” de
la periodista Pilar Urbano. En él, entre otras muchas cosas de lo que
denominamos la transición, habla de la relación del presidente español con su
homólogo francés.
Y es aquí, en los gestos, donde
me quito el sombrero ante este político. Siendo el último gesto, como
presidente de todos los españoles, el más conocido; su gallardía, junto a la de
su amigo Gutiérrez Mellado en la intentona golpista de 23F, hoy resaltaré el
que tuvo en una comida con el presidente francés, Giscard d’Estaing.
Primero, os pongo en antecedentes.
Suárez, “aconsejado” por el rey Juan
Carlos, hace su primera visita a Francia donde queda sorprendido y más que
disgustado al conocer que no había prevista una audiencia con el presidente
Giscard.
Al poco tiempo repitió visita,
ahora sí, con audiencia del presidente francés. Este último lo recibió en el
palacio del Elíseo. El despacho estaba al final de un largo pasillo con espléndidos
cuadros a ambos lados. Al final del largo corredor, dos ujieres perfectamente
ataviados hacían guardia, y dentro de él
estaba el presidente francés majestuoso observando a Suárez como se dirigía
hacia él. Eso de que el presidente francés no saliera a su encuentro no le
gustó nada al presidente español y se paró en seco ante uno de los cuadros que
flanqueaban su “paseíllo”, haciendo observaciones sobre el mismo, obligó a
Giscard a salir de su despacho y encontrarse con el mandatario español a mitad
de camino.
En otra ocasión, en un almuerzo
con el presidente de los franceses, haciendo de nuevo gestos altivos ante él,
Giscard le ofreció, alardeando en exceso los vinos franceses, un Château Latour
de gran añada. Cuando el sumiller fue a servir el vino, Suárez puso la mano en
su copa mirando la cara de sorpresa de su homólogo y dijo “soy de tierra de vinos, pero hoy
tomaré leche”.
Aquí lo dejo, añadir algo más
sería una soberana equivocación.
Buen puente de Mayo.
5 comentarios:
Buen post, compadre!
Eres y has sido "Suarista" hasta la médula. Resalto de tu anecdotario como no sólo glosas sus virtudes, sino que también glosas sus sombras. Desde luego en este caso y en algunos otros hay que darle la razón a nuestro amigo R., con Suarez y otros pocos elegidos se rompió el molde, y los que nos dirigen (o pretenden hacerlo) están a años luz de ellos.
Abrazo, te veo mañana.
A pesar de que el estado no trató a Andalucía durante su mandato, como era justo y adeudado hacerlo, no me cabe la menor duda que este señor ha sido la persona más ejemplar entre aquellos políticos que han presidido los sucesivos gobiernos de la España democrática. Triste es constatar cómo un perfil así fue siendo traicionado por todos... incluido quién tuvo el acierto de elegirlo para la tarea quizá más difícil de nuestra historia contemporánea.
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