domingo, 5 de abril de 2009

INCIENSO PARA UN MUNDO INJUSTO


Con estas letras quiero dejar atrás los “cilicios” de esta cuaresma. Otra vez, como cada año, la duda de si las privaciones cuaresmales me han servido, o si por contra, sólo me valen como justificación a una vida llena de contradicciones entre lo que sabe mi alma y hace mi cuerpo. Ya lo decía San Agustín: “el cuerpo es la cárcel del alma”.

Una vez, un toxicómano me dijo: “para poder olvidar las drogas necesitaría que me cambiaran la cabeza”.

¿Y yo, qué necesito para ser consecuente en mi vida?. Algunas veces hubiera preferido no haber conocido a esa pareja de amigos que me invitaron a descubrir al que para mí es el verdadero Jesús. Charlas, seminarios, comidas...

Hoy, soy perfecto conocedor del mensaje cristiano. Hoy, desde la dejadez, desidia, comodidad, forma de vida, soy cómplice de todas las injusticias de este mundo. Un mundo con olores putrefactos que, en este día de palmas y ramas de olivo, “perfumamos” con incienso y azahar.


Quizás, el que os escribe no tiene más cera que la que le está ardiendo.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Es taaan difícil poner en práctica tantas cosas que tenemos en la cabeza y el corazón, que a veces no nos ponemos en marcha sin saber bien porqué. No es una excusa, es una triste realidad. Mientras, el Reino esperando..

Un saludo. Me alegro volver a tu blog.