Cuando me di cuenta estaba frente
a mí, entró con el pretexto de regalarme un libro, le pedí que me lo dedicara,
mientras lo hacía supe que acabaría desnudándose.
Aunque difícil resistirse a un
cuerpo joven que busca la madurez, le mantuve la mirada. Ella no me enseñaba su
cuerpo, ella, de esa forma, aireaba sus heridas, muchas aún sin cicatrizar.
Siempre me quedará la duda de si
mi ungüento, en forma de palabras sentidas y mucho mimetismo, le servirá de
algo. No hemos vuelto a cruzar palabras
desde ese día.
Andaba buscando en el libro las
claves de tanto sufrimiento e inseguridad cuando me vino a la cabeza la
preciosa canción de Serrat. Ahora me esfuerzo en recordar su vestido y la única
imagen que recuerdo es su bolso de piel marrón…
Suerte, amiga.
“Para mi amigo Mai con el que me
encanta hablar de libros” (La Templanza.
María Dueñas)
1 comentario:
El Viso ya no piensa? A mi, me gustaba :)
Un saludo, Maí
María Guerra.
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