Anda uno enmarañado sin saber el por qué. Todo marcha bien, la estabilidad se adueña de
mi vida y no hay presagios de que la misma vaya a cambiar, al menos a corto
plazo.
Parece que el estar fuera de la zona de confort, lejos de lo
que yo pensaba, mantiene el depósito lleno. Ya por estas fechas, el cuerpo se
arrastraba y suspiros daban la voz de alarma a un alma que presiente un camino
entre nubes negras.
No olvidaré nunca esa frase que me regaló una persona con casi
todo el camino andado: “la simplificación es una de las claves de la felicidad”.
No me siento cómodo con esa imagen del chiquillo intentando
abarcar con sus manos un montón de chucherías mientras su cerebro lo lleva al “lo
quiero todo”, “me lo comeré todo”, “quiero más”.
La vida como una espiral; a más velocidad mayor fuerza
centrífuga. Resultado; mayor distancia al eje.
Quizá y sólo por este razonamiento puedo aceptar eso de “el
tiempo pone a cada uno en su sitio”. Por cierto, yo lo cambiaría para decir “el tiempo nos pone a cada uno en el mismo
sitio”.
Buscando la centrípeta.
Buen verano a todos.
1 comentario:
Tu lo has dicho, la centrípeta es la clave.
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