Podría escribir sobre la intensa actividad política de perfil bajo que se viene respirando en nuestro pueblo y en nuestras redes internautas, pero no lo haré.
Podría escribir sobre el coche, con seis meses, que se llevó la financiera porque su dueño no podía atender las letras después de haber recibido meses antes la carta de despido, pero no lo haré.
Podría escribir sobre la tercera letra de la hipoteca impagada de tantos y tantas, pero no lo haré.
Podría escribir de los niños y niñas que no acostumbraban a ver a su padre por las mañanas porque se levantaba una hora antes que ellos para ir al trabajo, y que ahora los acompaña diariamente al cole, pero no lo haré.
Podría escribir de los traficantes de dinero (bancos) que nos han convertido a todos en “dinerodependientes”, pero no lo haré.
Podría escribir de ese grupo de jóvenes jinetes cabalgando motos en nuestras calles, y de sus madres con las carnes abiertas esperando que la lotería del infortunio no le toque a su hijo o hija, aún a sabiendas que lleva muchas papeletas, pero no lo haré.
No, hoy no voy a escribir. Demasiadas nubes negras. Las pocas fuerzas que me quedan las reservaré para soñar con la ansiada primavera, y con que el sol salga para todos.
Podría escribir sobre el coche, con seis meses, que se llevó la financiera porque su dueño no podía atender las letras después de haber recibido meses antes la carta de despido, pero no lo haré.
Podría escribir sobre la tercera letra de la hipoteca impagada de tantos y tantas, pero no lo haré.
Podría escribir de los niños y niñas que no acostumbraban a ver a su padre por las mañanas porque se levantaba una hora antes que ellos para ir al trabajo, y que ahora los acompaña diariamente al cole, pero no lo haré.
Podría escribir de los traficantes de dinero (bancos) que nos han convertido a todos en “dinerodependientes”, pero no lo haré.
Podría escribir de ese grupo de jóvenes jinetes cabalgando motos en nuestras calles, y de sus madres con las carnes abiertas esperando que la lotería del infortunio no le toque a su hijo o hija, aún a sabiendas que lleva muchas papeletas, pero no lo haré.
No, hoy no voy a escribir. Demasiadas nubes negras. Las pocas fuerzas que me quedan las reservaré para soñar con la ansiada primavera, y con que el sol salga para todos.
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