Ya va para un año que no rodaban
lágrimas surcando una cara que envejece y que humedecen esa almohada compañera
de sueños.
Sentí frío ante los míos. No demandé
nada y me retiré. Supe que ya estabas aquí, fiel a tu cita. ¿Para qué
esconderme? Pensé en las veces que intenté hacerlo. Te supe poderoso.
Me metí en la cama, rehuí al repaso
diario de lo acontecido y me dispuse a escuchar el pregón de Charo Padilla. No
buscaba en él más que su voz, esa voz que tantas veces acompasó mi respiración
en esa misma cama después de tantas tardes, tantas noches buscándote entre
incienso y cera, entre tambores, levantás... Esa voz que tantas veces fue refugio
y otras tantas esperanza.
No sé en qué momento esa voz fue
susurro, mi vida sueño.
Amanece, la lluvia me recuerda
las lágrimas derramadas en la larga noche. Ahora sí, con retraso, mi mente se
dispone a repasar cada momento de ese domingo de pasión. Esas risas entre
amigos, el triunfo de mi equipo, ese café con la que me dio la vida y esa mañana
disfrutando del pregón de un hombre al que tengo por amigo, al que siento
cerca, del que disfruto de su sosiego en la conversación, su eterna sonrisa,
sus ganas de vivir y hacer vivir, de su compromiso. Sí, lo he visto maldecir y
voltear la portada de un periódico. He escuchado crujir su alma ante la
injustica del desprotegido, del que menos puede o del que menos tiene.
Sabía lo que iba a escuchar. No
me sorprendió nada. Arropado por la familia y muchos amigos que evidenciaron la
falta de un lugar más apropiado. Inmejorable puesta en escena. Bonita
presentación. Pregón comprometido y muy bien declamado.
Amigo Joaquín, te confieso con la
mayor de las certezas que las lágrimas que se derramaron mientras escuchaba la
voz de la pregonera fueron las lágrimas
almacenadas escuchándote a ti. Y que tu pregón ha sido la clave que necesitaba
para descifrar quién me busca cada primavera. Tus palabras quitaron la venda de
mis ojos para ver que ese que yo sentía tristemente como un mal poderoso no es
otro que Él. Ese que nunca falta a su cita y que me acompaña en la búsqueda de
mi esencia.
Gracias amigo.
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