miércoles, 8 de abril de 2015

VOLVAMOS A CASA...



 Si hay alguna fiesta que me haga sentir nostalgia, esa es la Semana Santa. Me cuesta mucho salir de ella. No son pocas las hojas del calendario que siguen cayendo  enganchado a vivencias, sonidos  y conversaciones, muchas de ellas con uno mismo. Ya lo decía el poeta;   "Converso con el hombre que siempre va conmigo. Quien habla solo, espera hablar con Dios un día."

Esta ha sido muy especial por muchos motivos. No es necesario enumerarlos porque han sido tan importantes que difícil será de olvidar. Cuando, con el paso de los años,  vuelva a releer esta entrada, solo me bastará mirar la cicatriz que hoy  todavía es herida para reconocerla como aquella.

El tiempo, entre otras cosas, me viene robando esa ingenuidad en la que retrataba sueños de justicia. El tiempo ha venido a velarlo todo, a enseñarme esas sombras proyectadas en una espalda cansada, en un corazón que se parte de no sentir.

Aquí, ahora, varado en esta mi cuneta, encuentro el sosiego para reconocerme en todo lo que no me gusto, y en lo que no me gustó de esta Semana Santa que más por mimetismo que por casualidad viene a coincidir.

Ambos hemos venido abandonando la esencia de nuestro ser y sentir. Hemos puesto por delante el espectáculo, el aplauso, las vestiduras, lo postizo, el cuerpo, olvidando el alma que es quién mantiene la lágrima que rueda por la mejilla, el vello erizado, el calor en las venas, la razón de nuestro existir. 

Volvemos a casa, con un año por delante para volver a encontrarnos en ese escenario que este año no olió ni azahar, ni a canela y clavo. Mientras tanto, te añoraré, agarrado a ese cilicio que desprecié y que es el principio de todo. 

 ¡Vamos!, volvamos a casa. Nos espera la Esperanza.

2 comentarios:

Anastasio Pineda dijo...

Buena, Compadre!

Abrazo

MAY SANZ MARTIN dijo...

Gracias, Compadre. Había ganas de escribir.

Un abrazo.