Así es, hoy ha muerto un maestro
en mi pueblo.
Día sordo de un verano atípico,
mangas de camisa para recibir el mes. Cuerpecito cortado con la triste noticia.
Su sufrimiento me ha sido ajeno.
Durante el padecimiento de su cruel enfermedad no he tenido contacto alguno con
él. Sabía por amigos y conocidos de su
lucha física y mental por no abandonar hilos de esperanza. Se acabó tu lucha
maestro. Abandonas hoy el dolor y el sufrimiento y lo repartes entre tu
familia, amigos y conocidos. El poquito de ese dolor y sufrimiento que me ha
tocado se multiplica al escribirte.
Me caías bien maestro. Hallaba en
ti cierto mimetismo. Me gustaban tus formas. Ese poquito de rebeldía con la que
tratabas a la vida en todo su conjunto. Me gustaba cuando te veía correr, me
gustaba verte defender de forma apasionada, quizás visceral, tus ideas, aún sin
compartirlas, en tertulias televisivas.
Fuiste maestro para muchos, sin haber compartido aula.
Se pueden contar con los dedos de
una mano las veces que he tenido la ocasión de dialogar contigo. Todas un
placer.
Maestro Jesús, mi hijo Miguel, tu
alumno, te recordará siempre.
Tomo prestada, como despedida,
una frase de mi cuñada Antonia (maestra como tú) que alivia el dolor de un
hasta siempre.
“PENSEMOS QUE SIGUES VIVIENDO EN
LO QUE CADA NIÑO O NIÑA APRENDIÓ DE TI”
3 comentarios:
Buen post compadre!
Un abrazo
Preciosas palabras para despedir a una persona que aún sin conocerla según tus palabras apreciabas.
Mi más sentido pésame a su mujer INMA y a su familia. D.E.P.
sabes? era un gran apasionado de la lectura.
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