A nosotros todo esto nos ha
cogido con dos adolescentes en casa y hablar de procesos y de conflictos que no
sean los que vivimos cada día de puertas para adentro se nos hace un poco cuesta
arriba. Con ellos, mis hijos, mezclar palabras como democracia, autoridad e
independencia sin que te salga un cóctel explosivo es difícil, y más cuando a
los que nos toca asumir el gobierno tendemos a repetir cánones educativos
propios del pasado.
No pocos te van indicando cómo lo debes de
hacer, ya se sabe, todo el mundo tiene la solución para la crianza de los hijos
de los demás; la más habitual, la mano dura. Otros, la preferida de mis
vástagos, hasta se ofrecen a mediar, siempre con la mejor voluntad, claro. Pero
la primera siempre quedó descartada, y la segunda, la dejamos en la recámara
para, Dios no lo quiera, situaciones críticas.
En casa siempre se ha intentado
cubrir las necesidades de cada uno de los tres atendiendo a criterios de
igualdad y responsabilidad, intentando corregir las asimetrías que trae la genética
y el momento por el que pasa cada uno de ellos.
Hemos entendido que, si queremos
conservar los lazos de unión entre todos los que formamos la familia, debemos
renovar diariamente esos lazos, construyendo puentes de diálogo y frenando los
desahogos de esas hormonas que se destila en la juventud, y esa testosterona que
fermenta la autoridad.
Tenemos claro que, nuestros tres
hijos, los dos adolescentes y nuestra hija pequeña, son y deben ser distintos y
que cada uno de ellos debe perseguir sus sueños, siendo nuestra responsabilidad
la de poner a su disposición los instrumentos que les facilite esa difícil
tarea, sin que se nos puedan achacar favoritismos que abonen envidias y
rencores.
También somos conscientes, y eso
nos hace dormir tranquilos, que al igual que nosotros, en su día, decidimos
nuestro destino, ellos harán lo mismo. Tanto si deciden quedarse como si no, que
nunca puedan esgrimirnos que la puerta de casa se les cerró.
Agradezco este espacio que me han
brindado para plasmar con estas torpes palabras mis anhelos y desvelos, y pido
disculpas por no haber escrito, como se me pidió, del conflicto catalán.
Bueno, a lo mejor, de una forma
romántica, sí que lo he hecho.
Publicado en LA VOZ DE EL VISO (Noviembre 2017)
1 comentario:
Muy bueno, enhorabuena!
Abrazo
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