miércoles, 8 de noviembre de 2017

ANHELOS Y DESVELOS



A nosotros todo esto nos ha cogido con dos adolescentes en casa y hablar de procesos y de conflictos que no sean los que vivimos cada día de puertas para adentro se nos hace un poco cuesta arriba. Con ellos, mis hijos, mezclar palabras como democracia, autoridad e independencia sin que te salga un cóctel explosivo es difícil, y más cuando a los que nos toca asumir el gobierno tendemos a repetir cánones educativos propios del pasado.
 No pocos te van indicando cómo lo debes de hacer, ya se sabe, todo el mundo tiene la solución para la crianza de los hijos de los demás; la más habitual, la mano dura. Otros, la preferida de mis vástagos, hasta se ofrecen a mediar, siempre con la mejor voluntad, claro. Pero la primera siempre quedó descartada, y la segunda, la dejamos en la recámara para, Dios no lo quiera, situaciones críticas.
En casa siempre se ha intentado cubrir las necesidades de cada uno de los tres atendiendo a criterios de igualdad y responsabilidad, intentando corregir las asimetrías que trae la genética y el momento por el que pasa cada uno de ellos.  
Hemos entendido que, si queremos conservar los lazos de unión entre todos los que formamos la familia, debemos renovar diariamente esos lazos, construyendo puentes de diálogo y frenando los desahogos de esas hormonas que se destila en la juventud, y esa testosterona que fermenta la autoridad. 
Tenemos claro que, nuestros tres hijos, los dos adolescentes y nuestra hija pequeña, son y deben ser distintos y que cada uno de ellos debe perseguir sus sueños, siendo nuestra responsabilidad la de poner a su disposición los instrumentos que les facilite esa difícil tarea, sin que se nos puedan achacar favoritismos que abonen envidias y rencores.
También somos conscientes, y eso nos hace dormir tranquilos, que al igual que nosotros, en su día, decidimos nuestro destino, ellos harán lo mismo. Tanto si deciden quedarse como si no, que nunca puedan esgrimirnos que la puerta de casa se les cerró.

Agradezco este espacio que me han brindado para plasmar con estas torpes palabras mis anhelos y desvelos, y pido disculpas por no haber escrito, como se me pidió,  del  conflicto catalán.
Bueno, a lo mejor, de una forma romántica, sí que lo he hecho.



Publicado en LA VOZ DE EL VISO (Noviembre 2017)


1 comentario:

Anastasio Pineda dijo...

Muy bueno, enhorabuena!

Abrazo